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domingo, 17 de abril de 2016

Nuevo fragmento de "El frágil lazo del amor" - capítulo 7

Espero que os guste ;-)
Feliz domingo y feliz lectura!


Cuando nos quedamos solos, nos miramos fijamente  y así estuvimos lo que me pareció  una eternidad. 

—¿Estás bien? —preguntó con  aparente calma.

Algo me decía que tenía una lucha interior que no tenía nada que ver con la fría quietud que mostraba. Sus ojos parecían querer decirme algo, aunque no supiera  el qué. 

—Estoy bien —afirmé, asintiendo con la cabeza para tratar de enfatizar  mis palabras—, ¿por qué lo preguntas? —murmuré insegura. Desvié la mirada  y rompí así la conexión. 

—He oído a Bryanna —declaró con sequedad—. No hace falta ser detective para  sumar dos más dos. 

Carraspeé con nerviosismo. Me zafé de su escrutinio y me agaché para recoger las flores. Las puse en la mesa y cogí una bolsa de papel que había en uno de los cajones para limpiar el suelo de cristales. No  podía dejarlo así para cuando llegaran los  alumnos. 

Estaba arrodillada en el  suelo, concentrada en la tarea, sobre todo para evitar ser estudiada por esos ojos azules tan perspicaces. No sabía si contarle lo sucedido porque me daba miedo su reacción. Si se encaraba con Brent, Ethan podría tener serios problemas, y no quería que eso le ocurriera por mi causa. Ethan se agachó y cogió mi mano derecha para hacer que me incorporara. 

Cuando estuve de pie, me acarició  los hombros y bajó sus manos, de manera tranquilizadora,  por mis brazos. Hice un gesto de dolor justo cuando llegó al lugar donde Brent me había sujetado antes, con una fuerza exagerada. Si no estaba equivocada, eso me dejaría unas  horribles marcas al día  siguiente. 

Ethan se dio cuenta de mi reacción  y me miró con los ojos entrecerrados. 

—¿Qué te ha hecho, Amber? —inquirió con  fría serenidad. 

—No ha sido nada… —susurré con la voz  quebrada. 

Sus manos acariciaron mis mejillas y su dulce contacto provocó que mis lágrimas estallaran  de nuevo. Sin decir una palabra, me abrazó y tuvo cuidado para no hacerme daño. Pasó sus dedos por mi pelo de forma tranquilizadora  y besó mi frente. 

—Si vuelve a hacerte algún daño, le mataré —declaró con voz oscura, y con una naturalidad,  que me hizo estremecer.  No sabía si de alegría o de  miedo… 

Aunque no me cabía duda de que podría hacerle sufrir a ese desgraciado, esperé que no fuera capaz de algo así, y solo estuviera intentando reconfortarme.  

Traté de no pensar mucho en eso y en su lugar, disfrutar de estar entre sus brazos y su musculoso pecho. Poco a poco me tranquilicé  y las lágrimas dejaron de inundar mis ojos. Se apartó un poco para mirarme y limpió mis mejillas  con sus suaves dedos. 

Ese gesto me hizo sonreír. Era tan dulce a veces, que llegaba a  sorprenderme sus cambios de actitud.

—Estás preciosa cuando sonríes —susurró con voz grave, mirando mi boca con deseo. 

El ambiente  cambió radicalmente. Se acercó hasta acariciar mis labios con los suyos, lo que resultó ser una muy placentera sorpresa. 

Lo que empezó como algo más o menos inocente, se fue convirtiendo rápidamente  en un fuego crepitante  entre los dos. Sus manos en mi espalda me apretaron aún más, mientras su cálida y atrevida lengua hacía estragos en mi boca, tentándome para que me dejara llevar. Mi corazón latía desbocado e imaginé que a él le ocurría igual, puesto que su respiración, al igual que la mía, era superficial, errática.  Notaba sus brazos sujetándome con fuerza y dejé escapar un jadeo entrecortado. 

Alcé mis brazos y los pasé por su cuello, pegándole más a mi cuerpo, a lo que él reaccionó mostrando un deseo salvaje, equiparable  al que yo sentía en ese instante. Notaba un calor abrasador recorriéndome  de arriba abajo y la razón me abandonó cuando Ethan me pegó a la pared sin separarse de mí ni un milímetro. No sentí el frío en mi espalda, no sentía nada aparte de su poderoso cuerpo fundiéndose con el mío. 

Pasó una mano por debajo de mi rodilla y la alzó para que me enroscara a su cintura. Su potente deseo se hizo más que evidente y me molestó sobremanera, que la tela de nuestros respectivos pantalones, se interpusiera entre nosotros. 

De nuevo esa molesta barrera, pensé. 

Jamás había sentido esa imperiosa necesidad con ningún otro hombre y me sorprendí deseando más, mucho más.
...

Espero que os haya gustado.
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Un abrazo!

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